lunes, 4 de diciembre de 2023

Francisco, el amigo

 Ayer escribí sobre la gran espera de aquellos que en verdad esperan por una buena razón, y aunque aún quisiera escribir más sobre la espera como un tiempo precioso, hoy quise escribir sobre algo diferente. La amistad de un gran amigo.

En la historia del mundo se han contado muchas historias de grandes amigos, algunas fantásticas, otras ciertas, y algunas increíbles pero ciertas. De estas por lo general tienen que ver con aquellos grandes amigos de Jesús, los santos.

Hoy quiero hablar de san Francisco y su gran corazón abierto a la amistad. Él fue amigo de todos, incluso de aquellos con quienes antes no sabía como ser su migo. 

Una de esas increíbles amistades de san Francisco fue la que forjó con un encuentro algo breve pero profundo. A tal grado profundo que, a pesar de lo breve de ese encuentro, sus frutos aún son verdes, y es por eso que los franciscanos custodian aún hoy Tierra Santa. [1] 

Otra muy conocida y muy importante amistad de san Francisco de Asís, fue su gran amistad con santa Clara de Asís. ¿No es hermoso que tan grandes amigos ahora compartan apellido, como verdaderos hermanos, hermanos en Cristo?

¿De dónde le venía a san Francisco esa sencilla capacidad para la amistad? De su corazón, tenía un corazón dispuesto a amar, es decir, dispuesto a dar.

¿Pero que podía entregar Francisco si era pobre? ¿Qué tenía para ofrecerle a sus amigos? En realidad, ¡lo tenía todo! 

Una de las grandes cualidades de nuestro hermano Francisco era su capacidad para voltear todo al revés en su imaginación para ponerlo así en su lugar justo. Como decía Chesterton de este gran "juglar de Dios". Observando al mundo de cabeza, descubrió que es el Cielo el que sostiene a la Tierra. Así fue descubriendo que al despojarse de todo, ya no le faltaba nada y que al descubrirse necesitado de la providencia divina, ya lo tenía todo, pues quien encuentra de verdad a Dios en su corazón ya no necesita nada más y quien ha vaciado a su corazón de todo aquello que en realidad no es indispensable le ha hecho lugar a Dios.

Teniendo lugar suficiente para Dios, el corazón de Francisco tuvo lugar, como es natural, para todos los demás. Y así fue amigo de todos,  sigue siendo un gran amigo de todos. Y son esas las amistades que duran para siempre. Las que se firman en los corazones con la tinta de la gracia de Dios y el Espíritu que une a todos los hombres, distantes o cercanos, en su amor, para clamar juntos con Francisco hoy y siempre: Fratelli tutti (hermanos todos).


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[1] Walter Sánchez Silva: Así fue el día en que San Francisco visitó a un sultán musulmán para anunciarle a Cristo, ACI Prensa, 4 de octubre de 2022. Disponible en: https://server.aciprensa.com/noticias/96076/asi-fue-el-dia-en-que-san-francisco-visito-a-un-sultan-musulman-para-anunciarle-a-cristo (consulta: 4 de diciembre de 2023)

domingo, 3 de diciembre de 2023

La espera es un tiempo precioso

 ¿Qué esperan aquellos quienes tienen una verdadera buena razón para esperar? Una tierna, sonrisa de alguien que los mire alegre, quizás. O un rayo de esperanza luminoso, a través de la ventana de una celda de cautiverio oscura, tal vez. El sonido de las campanas de un día de una fiesta preparada con ilusión, también.

Pero lo que verdaderamente esperan, aquellas personas que en verdad esperan, es a quien colme sus anhelos incolmados hasta el borde. Hasta el borde de todas sus tinajas, hasta el último lindero de sus corazones sacudidos o vacíos.

Quieren esperarlo y desean con anhelo ardiente encontrarlo, hasta que ya no tengan que esperarlo. Hasta que venga para siempre a arrebatarlos, del pozo, del desierto y de la desolación del corazón inquieto.

Es el deseo profundo de los hombres y las mujeres humildes, de las personas que se reconocen ya sin vergüenza necesitados, y que descubren que han sido ya reconquistados por la cruz, la muerte y la resurrección de Jesús que los ha querido salvar del naufragio de la muerte.

Es la espera que hoy se enciende en el Adviento, que  no se apague hasta el definitivo advenimiento, de aquel que es Dios y Salva a aquellos hombres que hoy esperan humildes y pacientes descansar por fin su espera en Aquel que para Sí los ha creado y que nos sueña en su Amor amando.