Hoy, 6 de enero, conmemoramos un acontecimiento muy importante: La Epifanía. La Epifanía fue la visita de los «magos» de Oriente a un pequeño niño a quien reconocieron y adoraron como rey (Cristo Jesús, Rey del Universo por voluntad del Padre). ¿Por qué adoraron estos magos a un niño recostado en un pesebre?
Cristo no es simplemente un rey, sino el Rey justo y misericordioso que sirve a los demás y que ha venido a rescatar a su pueblo con su vida. Un buen soberano que salva a los que sufren por el mal. Los Reyes Magos se sometieron a su autoridad mediante el gesto de los presentes que le otorgaron siendo recién nacido en Belén: Mirra por ser hombre, oro por ser rey, e incienso por ser Dios.
Nosotros podemos confiar en que los Reyes Magos integrarán nuestras plegarias a aquél que busca nuestro sumo bien, y que tiene el poder para otorgarnos lo que le pidamos. Así que podemos pedirle a los reyes magos aún aquello que parezca más difícil de obtener y que sepamos que es mejor para nosotros, confiando en que es Jesús quien puede concedernos esa gracia porque nos ama.
Aún si ya hemos entregado nuestra carta a los reyes Magos con lo que nos gustaría recibir mañana como regalo, no olvidemos comunicarles también lo que nos aflige y aquello inmaterial que deseamos. De este modo, será este 6 de enero un buen día para recordar que lo material se descompone, y que donde está nuestro tesoro, ahí estará nuestro corazón. Que sea nuestro tesoro el tiempo de convivencia con los demás y el amor que les tenemos, más que los bienes materiales que recibimos.