Annuntio vobis gaudium magnum;
(Os anuncio con gran alegría:
habemus Papam:
Tenemos Papa,
Eminentissimun ac Reverendissimum
Dominum,
El eminentísimo y reverendísimo
Dominum Georgium Marium
Señor Jorge Mario
Sanctæ Romanæ Ecclesiæ Cardinalem
Bergoglio
Cardenal, de la Santa Iglesia Romana, Bergoglio
qui
sibi nomen imposuit Franciscum
Que ha
tomado el nombre de Francisco)[1]
Lo que ha ocurrido el miércoles ha sido calificado por algún
periodista de “histórico”. Se refieren, desde luego, a que es un hecho de
especial trascendencia. En efecto lo es y por varias razones.
En primer lugar es un evento especial porque no todos los
días se elige un nuevo papa (tan sólo ha habido 266 hasta ahora), y aún menos
frecuente es que se elija un sumo pontífice después de la renuncia del anterior.
En segundo lugar es trascendente por ser la primera vez que un papa toma el
nombre de Francisco. Además es trascendental
también por ser la primera vez que un jesuita es elegido como papa.
Hasta aquí algunas de las razones por las que lo acontecido el trece de marzo es especial, histórico. Pero hay más, que pueden parecer casi triviales
(pero no lo son). Tienen que ver con esos actos simples y cotidianos que
parecen irrelevantes pero de los cuales está hecha la vida. Por un lado están
los actos de los cardenales, por otro, los del nuevo papa; también están los de
los católicos y no católicos.
Por parte de los cardenales el suceso en cuestión es muy
importante por dos situaciones principalmente: una, la brevedad del cónclave y
otra, la disposición de ánimo que al parecer primó entre los cardenales.
Respecto a la primera: la brevedad del cónclave da fe de una unidad especial
entre los cardenales y de una actitud de diálogo y acuerdo. Sobre la segunda:
parece ser que los cardenales saben que debe haber cambios en la curia y están
dispuestos a que se hagan.
Por parte del nuevo obispo de Roma están sus acciones antes
de ser papa y sus acciones (que aunque pocas muy significativas) después de su
elección como vicario de Cristo y cabeza visible de la Iglesia.
Antes de ser papa, el cardenal Jorge Mario Bergoglio viajaba
en transporte público (pudiendo tener automóvil propio y hasta chofer), se preparaba su comida, vivía
en un departamento en lugar de en el palacio episcopal y abrazaba con ternura y
afecto a los enfermos. Pero ahora, ya siendo papa, ha dado también muestras de
una gran humildad y simplicidad; y ha sido desde los primeros momentos de su
pontificado que ha dado esas señales. Dan cuenta de ello las primeras palabras
que dirigió a los fieles desde la basílica de San Pedro:
«Hermanos y Hermanas, ¡Buenas Noches!
Sabéis que el deber del Conclave era dar un Obispo a Roma. Parece que
mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo... Pero
estamos aquí... Os agradezco la acogida. La comunidad diocesana de Roma tiene a
su Obispo: ¡Gracias! Y antes que nada, querría hacer una oración por nuestro
Obispo Emérito, Benedicto XVI. Recemos todos juntos por él, para que el Señor
le bendiga y la Virgen lo custodie.»
Después rezó, junto con los fieles, un Padre Nuestro, un Ave
María y un Gloria, y luego continúo:
Y ahora querría dar la bendición,... Pero antes, antes, os pido un
favor: antes de que el obispo bendiga al pueblo, os pido que vosotros recéis al
Señor para que me bendiga: la oración del pueblo, pidiendo la bendición para su
Obispo. Hagamos en silencio esta oración de vosotros por mí.
Ahora os doy la bendición a vosotros y a todo el mundo, a todos los
hombres y mujeres de buena voluntad.
Hermanos y hermanos os dejo. Muchas gracias por vuestra acogida. Rezar
por mi y hasta pronto. Nos veremos pronto: mañana quiero ir a rezar a la
Virgen, para que custodie a toda Roma. Buenas noches y que descanséis.»
Durante los dos días siguientes también ha manifestado su
humildad. Ha querido viajar en el autobús con los cardenales en lugar de ir en
la limusina preparada para él. Además ha pagado la cuenta de su hospedaje a
pesar de no tener necesidad de hacerlo, ya que el lugar pertenece al Vaticano.
La importancia de
llamarse Francisco
Pero esas no han sido sus únicas muestras de sencillez. Ya
desde antes había dado un gran mensaje, mediante el importante gesto que
mencioné de pasada al inicio. Me refiero al nombre que tomó, pues San Francisco
es uno de los mejores ejemplos de santidad en la Iglesia.
Francisco il poverello
de Asís, después de una vida muy cómoda, renunció a toda riqueza y vivió muy
pobre. Pero no sólo hizo eso. También ayudo a muchísima gente gracias a los
bienes y al dinero al que renunciaron sus seguidores. Y por si todo eso no
fuera suficiente, evangelizó (i. e., convenció de conocer y seguir el evangelio)
a mucha gente y también hizo enormes esfuerzos por lograr la paz. Además fundó
la Orden Franciscana y la Orden de las Hermanas Clarisas.
Por eso es Francisco el papa que la Iglesia necesita hoy. El papa Francisco ha elegido su nombre pensando en uno de
los santos más importantes (porque decidió ser el menor entre sus hermanos) y
que han dado mejor ejemplo de lo que es seguir a Jesús y tomar su cruz. No pudo
haber escogido el nuevo papa un mejor santo para interceder por él y tenerlo de
compañía en el momento presente de la Iglesia, un momento de grandes
dificultades, es decir (como en la época de San Francisco), de grandes oportunidades.
[1] EL
CARDENAL BERGOGLIO ES EL PAPA FRANCISCO, Servicio de Información Vaticana,
disponible en: http://www.news.va/es/news/el-cardenal-bergoglio-es-el-papa-francisco
(consultado el 15 de marzo de 2013).